sábado, 19 de septiembre de 2009

Crónicas de un ambulatorio en el pueblo de los condenados: ¡ESTO NO ES UN TAXI!



(imagen obtenida de: www.diariodelviajero.com/tag/taxis)









Otra noche de verano, otra duermevela. Me encontraba acostada en el sofá de la sala de médicos, cuando suena el timbre del telefonillo-portero. Me levanto deperezándome, en esos primeros segundos donde intentas sacudir todo el sueño de tu cuerpo, despejar la mente y en el fondo de tu corazón deseas que nada realmente grave sea lo que esté ahí fuera.

Levanto el teléfono y se activa la cámara nocturna, dejándome ver la cara de una mujer adulta, de semblante preocupado y esas pupilas relucientes y fantasmagóticas, casi alienígenas características de las cámaras nocturnas.

-¿Qué ocurre? - pregunto directamente.
- Perdón, ¿hay algún médico?, es que mi madre sa caído.
- Voy saliendo.

Me coloco el estetoscopio en los hombros y salgo caminando cuando imágenes en mi mente de caras de ancianos frustrados, impotentes de no poder controlar su cuerpo y miedo reflejado en sus ojos viejos, rogando no tener secuelas que disminuyan su independencia, van viajando a gran velocidad.

Lo que no me esperaba era abrir la puerta de la calle del ambulatorio y encontrarme con 2 coches aparcados allí y un grupo de más o menos 12 personas, vestidas de gala que viéndome fijamente estallan a hablar al mismo tiempo:
-¡Es que sa caío la abuela!
-¡ A ver si nos echa usté una mano!
- ¡Por Dió que la pobre sa dao una hostia!

Yo con la mirada busco a la abuela y no veo a ninguna entr ellos, y me les quedo viendo en silencio esperando a que el gallinero solo decida callarse. Ellos mismos se dan cuenta de lo impráctico de su comportamiento y es cuando se me acerca la mujer que ví antes en el portero.

- Verá usté, es que estábamos en la boda de la Mari, cuando mi madre quería irse pa' casa y caminando pa'l coche ha resbalao y sa caío contra el bordillo de la acera y sa dao en tó el brazo, y es que, claro, usté verá, pa' llegá al hospital tengo que cogé la autovía y es que to hemos bebío y no estamo pa' controles y queríamos ver si usté podía echarle un vistazo a ver si es necesario llevarla.
- ¿Dónde está la abuela?
- En el coche - responde señalando un audi negro estacionado un poco más adelante.

Llego al coche y veo una cabeza gris sentada en el asiento trasero izquierdo, me acerco a la puerta trasera derecha para poder sentarme al lado de ella y así mirarla más cómodamente, pero cuando abro la puerta me grita la hija:

-¡¿Pero qué hace?! no ve que mi madre está en el otro asiento, ¡abra la otra puerta!

La verdad no tenía ganas de pelear, así que cierro la puerta y camino al otro lado. Apenas abro la puerta izquierda veo a una señora mayor que llora calladamente y con el brazo derecho sujetado con el otro sobre el pecho, en ese brazo derecho observo una auténtica "V", por la fractura del mismo. Ella sube la mirada y dice: "me duele mucho" y por su cara, síq ue le duele.

Le hago una exploración rápida inicial, estando la mujer en principio fuera de riesgo vital, voy al ambulatorio con la hija, le hago las preguntas típicas de si sufre alguna enfermedad, alérgica a agún medicamento... cojo un sistema de vía periférica intravenosa y le explico a la hija que hay que llevar a la madre al Hospital.

- Pues a ver cómo le hace doctora, porque to hemos bebío.

Sin responderle llamo a la ambulancia para el traslado y salgo para tomarle la vía a la abuela e irle poniendo calmantes, la verdad estaba un poco molesta con la familia y no podía explicar exactamente el por qué. La ambulancia llega pronto y vamos colocando a la abuela dentro, le explico a la hija que puede ir con su madre en la ambulancia; a todas estas todos los demás mirando; y la hija le dice al conductor de la ambulancia:

-Oye cuando terminen de atender a mi madre usté nos espera pa' traernos de regreso no?
-No señora - dice el conductor - cuando terminen en el hospital, desde allí le pediran otra ambulancia, esta se debe de quedar libre por si se necesita aquí.
- ¡cómo! vaya rollo, bueno... y ya que estamos, ¿no podría antes pasar por mi casa pa' poder cambiarme los zapatos por lo menos y coger tabaco?
- ¿Mire doña, que esto no es un taxi coño!, su madre está con dolor, venga suba que nos vamos al hospital.

Yo, totalmente incrédula regreso al centro de salud y caigo redonda en el sofá, retornando a la duermevela.