En un punto del sur de España, en la hermosa tierra de Andalucía existe un pequeño pueblo, el Pueblo de los Condenados, lugar donde se desarrolla esta historia.
El ambulatorio de este lugar es pequeño, como el pueblo mismo, con sus servicios normales, aunque con ciertas peculiaridades, pues pocas cosas en este pueblo son como en el resto de los lugares. Una pequeña habitación del ambulatorio se ha colocado como una Consulta de Urgencias y es allí dónde los médicos de urgencia trabajamos, por tanto es el lugar central de estas crónicas.
La Consulta de Urgencias es una habitación pequeña, con 2 puertas, una de ellas da a una sala de estar que es entrada del ambulatorio, que a su vez tiene una puerta grande de madera que nos separa del mundo exterior. La segunda puerta de la consulta de urgencias da al interior del ambulatorio, teniendo frente a sí la puerta de entrada a la habitación del cuarto de médicos, habitación larga, con un escritorio con 8 sillas, un sofá, una cama y un baño con ducha; para nosotros nuestro centro de meditación y descanso del ejercicio de esta noble profesión.
Al fondo de la consulta de urgencias hay una ventana grande de madera, que permite el paso de una gran cantidad de luz, con la silla del médico dándole la espalda, el escritorio y la silla del paciente al otro lado del mismo, de forma que toda la luz que entra por la ventana se repose en el paciente. Una camilla y 2 muebles con los medicamentes básicos, un tercer mueble con agujas y alcohol, una bombona de oxígeno, mascarillas para nebulizar, electrocardiograma, algunas sondas, suturas y poco más…
El primer día que llegué lo hice con un poco de nervios, los que siempre me causan la novedad, pero también con alegría que aún conservo a pesar de ver situaciones que van más allá de mis manos, más allá de una inyección o una pastilla.
Luego de tener un tiempo trabajando te terminas acostumbrando a las excentricidades de este pueblo, a sus rarezas y aprendes a querer a sus gentes, a ver la naturaleza humana desde otra perspectiva, en mi caso desde la comprensión y la piedad.
Estas crónicas las iré mostrando caso a caso (casos recopilados de mi experiencia personal y de las vivencias de mis compañeros), aunque como se entenderá, variaré cierta información con el fin de mantener el Secreto Médico, base importante y principal en el ejercicio de esta profesión, que ha sido mi amante por 10 años y lo seguirá siendo hasta que llegue mi día, la medicina.
Así, por tanto, no se usarán los nombres reales de los pacientes, o no se colocará ninguno, se alteraran horas, días, incluso edades y podrá hasta cambiarse uno que otro signo o síntoma, sin por tanto disminuir la veracidad, credibilidad y potencial aleccionador de estas historias.
Es probable que luego de algunos casos pueda agregar un pequeño (o no tan pequeño) “in-sight”, es decir, una valoración y análisis personal de los mismos, pero eso irá surgiendo a medida que escriba estas páginas y de las ganas en el momento.
Antes de empezar a contar cada caso en particular creo importante describir ciertas características del Pueblo de los Condenados que le permitirá a Ud, mi paciente lector, entender mejor el contexto y sus gentes.
El Pueblo de los Condenados es pequeño, rondará los 5.000 habitantes, con una población muy variada, lugareños, gitanos, marroquíes, magrebíes, personas de Europa del este (en conclusión, prácticamente cualquier punto de Andalucía). Este lugar vive de actividades comerciales locales típicas de cualquier comunidad: bares, restaurantes, mercado, tiendas, panadería, farmacia… más también viven del campo, del trabajo arduo de la tierra y el cultivo, con lo cual sus habitantes suelen ser personas de estratos socio-económicos no tan altos al igual que sus niveles educativos, lo que no les quita de un gran bagaje cultural, de un conocimiento de la naturaleza que envidio y una manera de ver la vida totalmente distinta. Por último, otra peculiaridad que tiene es el alto número de personas con enfermedades mentales o déficit intelectuales y similares, junto con la reiteración de ciertos apellidos, presentados en diversos órdenes, cosa que nos ha llevado a concluir una posible mezcla de sangre intrafamiliar (primos con primos, tíos con sobrinas… y por el estilo)
Ya tomado a consideración todo esto, mi deseo no es otro que esperar que estas palabras puedan enseñarle la mitad de lo que yo he aprendido viviéndolas.
1 comentario:
Hola Lauringli! Soy Chocokrispi :)
Voy a empezar a escudriñar tu blog y a sacarle punta (dificil!) jeje.
No sabía de este pueblo! ¿o es una metáfora?
Besón!
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